Jaume Vivé, febrero de 2014 [Artículo aparecido parcialmente en la revista 'Vallesos']
Inicio de la Liga Nacional de División de Honor en el año 1959
La Federación Española de Balonmano inició en 1959 la Liga Nacional de División de Honor para sustituir al hasta entonces llamado Campeonato de España de 1ª División, que ya contaba con siete ediciones. De un sistema estructurado en competiciones regionales, en el que los campeones accedían a jugar una fase final que duraba unos pocos días, se pasaba a disputar una liga con partidos a doble vuelta de todos contra todos. Las competiciones regionales quedaban así reducidas a campeonatos de segunda categoría, ya que perdían toda relevancia al dejar de ser fases clasificatorias para el campeonato de España absoluto.
Esta Liga Nacional se enfrentó desde el principio con la oposición de la mayoría de clubes catalanes, entre ellos dos equipos punteros como el CD Sabadell y el BM. Granollers (BMG), ambos finalistas del Campeonato de España las temporadas 1954-55 y 1956-57. En Sabadell, los equipos de balonmano eran secciones al amparo de clubes de fútbol: Club Deportivo y CF Arrahona. El BMG, en cambio, era un club dedicado solamente a la práctica y promoción del balonmano, y dependía económicamente de las cuotas de los socios y de las subvenciones, más bien escasas, que iba recogiendo de las administraciones. En ninguno de los casos, dado el aumento en gastos que suponía el tener que viajar por toda España cada dos semanas para disputar partidos de Liga, no permitían los ingresos de estos clubes afrontar la nueva competición. Además, resultaba complicadísimo para los jugadores, deportistas amateurs que dependían de otras ocupaciones para ganarse la vida, ausentarse tres o cuatro días de trabajo para ir a jugar, por ejemplo, en Madrid o San Sebastián.
Emili Botey, presidente entonces del BMG, hacía las siguientes declaraciones al Noticiero Universal a los pocos meses de iniciada esta primera Liga: «La vida económica del Granollers era muy sana hasta que comenzó la Liga Nacional, que hasta el momento es verdaderamente desastrosa». Al problema del incremento en gastos que suponía participar en este nuevo campeonato , se añadía el hecho de que los mejores clubes españoles eran catalanes o madrileños, y las visitas de algunos equipos de otras regiones, de un nivel muy inferior, no atraían suficientes aficionados a los partidos, lo que suponía un gran déficit para entidades como el BMG, la supervivencia dependía en gran parte de los ingresos por taquilla. Se quejaba Botey de este hecho con contundencia en El Noticiero Universal: «Algunos equipos que nos han visitado han causado una impresión tan deplorable por su juego, que quien los ha visto no tiene ganas de volver. Normalmente algunos equipos, de tanto perder, deben hundirse moralmente. Por cuanto a nuestro público, ha saboreado demasiadas exquisiteces para que les sirvan estos platos de 3ª categoría.»
A pesar de las dificultades para financiarse (superadas en gran parte, además de una buena administración, por la ayuda de un mecenas en la sombra, un industrial granollerense dedicado al negocio del jabón, quien firmaba cheques salvadores siempre que surgía una urgencia), el BMG se proclamó campeón de la primera Liga Nacional con brillo, con 17 victorias y una sola derrota, logrando así el cuarto campeonato de España absoluto consecutivo de los ocho disputados hasta entonces -los otros cuatro habían sido ganados por el Atlético de Madrid en dos ocasiones (1952 y 1954), una por el Real Madrid (1953) y otra por el CD Sabadell (1955).
Origen del 'Balón a Mano' Granollers (1944-1955)
La racha de éxitos del BMG se prolongó todavía un tiempo, logrando la Liga Nacional las temporadas 1959-60 y 1960-61, y terminando subcampeón del Campeonato de España de División de Honor las temporadas 1961-62 y 1962-63 (cabe decir que el Campeonato de España se había vuelto a diputar, excepcionalmente estas dos temporadas, con el sistema de competición por sectores previo a la Liga). El club vallesano se había colocado en la cima del balonmano español en menos de veinte años desde su creación en 1944, cuando Ramon Sobrevia, heredero de una familia muy bien aposentada en la sociedad granollerense de la época, le pidió a su padre 500 pesetas y, con el cobijo del Frente de Juventudes local, las invirtió en crear un equipo de balonmano, un nuevo deporte concebido por los alemanes que ya hacía furor en toda Europa en su modalidad a once jugadores. En un texto publicado en la revista conmemorativa del X aniversario del club, Sobrevia explicaba el origen de su interés por el balonmano: «Fue en la Fiesta Mayor de San Pedro de Rubí, cuando coincidimos con Carlos Reichardt, el gran jugador del Ilerda y Provensals Poblet de aquella época, quien nos sugirió con el mayor entusiasmo la creación de un equipo en Granollers, recomendando a Alberto Durán, redactor de balonmano de Mundo Deportivo, como la persona indicada para ayudarnos con eficacia.»
El 2 de noviembre de 1946, el equipo de balonmano de Granollers dejó de ser una sección del Frente de Juventudes y se constituyó como una organización independiente, el Balón a Mano Granollers. Ramon Sobrevia fue el primer presidente de esta nueva entidad, siendo sustituido dos años más tarde por Lluís Sitjes, quien permaneció presidente hasta el 1955 (cabe decir que José Serratusell Abella, directivo del BMG entonces, ejerció como presidente interino del club durante tres meses en 1949, mientras Sitjes cumplía una suspensión federativa por haber tenido una disputa con un arbitraria). Tal como explica Joan Sala Vila al libro Balonmano Granollers, deporte y civismo (Ed. Granollers, 1996), Sitjes fue "el hombre que supo hacer del BM Granollers un patrimonio deportivo de la ciudad. Su granollerismo se convirtió en el objetivo principal cuando se hizo cargo de la presidencia. Fruto de esta fueron: la independencia del BM Granollers, convirtiéndose en una entidad ciudadana, la construcción de la pista deportiva de la calle Tetuán, conocida como Pabellón del Deporte, inaugurada en 1955, y el primer Campeonato de Cataluña 1954. "También se podría incluir la gira por Alemania durante el mes de junio de 1954, una de las primeras salidas al extranjero de un club de balonmano español , entre los grandes hitos de la presidencia de Sitjes. Esta primera gira por Alemania, aunque para jugar partidos en la modalidad 'a 11', serviría para establecer fuertes vínculos con los clubes más importantes de ese país, los cuales vínculos permitieron unos años más tarde que Bernhard Kempa, el legendario jugador y entrenador del Göppingen, organizara varios seminarios y cursos de balonmano en Granollers. Pep Vilà, el entrenador más laureado de la historia del club vallesano, reconoció en una entrevista en 1958 en El Noticiero Universal que las lecciones de Kempa, muy bien asimiladas por los jugadores, habían hecho del BMG un equipo campeón.
Granollers, ciudad emblema del balonmano catalán (1955-1963)
La consolidación del BMG como club puntero del balonmano español se produjo durante el mandato de Emili Botey (de 1955 a 1969, con la excepción de la temporada 1962-63, durante la cual estuvo de baja por enfermedad y fue sustituido por Juan A. Piferrer), y fue posible, fundamentalmente , gracias a la implicación de la ciudadanía granollerense. Sirva como ejemplo de esta implicación la campaña popular de recaudo de 1955, con la que se pudo financiar la construcción del ya desaparecido Pabellón del Deporte, primera instalación deportiva en toda España para la práctica exclusiva del balonmano. Mientras el baloncesto o el atletismo perdían practicantes en la ciudad debido, fundamentalmente, a la falta de eficiencia organizativa por parte de los clubes, el entusiasmo de los directivos del balonmano, así como la excelencia excelencia y entrega absoluta de sus jugadores, consiguieron ganar rápidamente los corazones de los granollerenses aficionados al deporte, la mayoría de los cuales se convirtió en ferviente seguidor de lo que entonces todos llamaban 'balonmano' (la designación catalana habitual para 'balonmano' es 'handbol').
Otro factor importante para la promoción del nuevo deporte en Granollers fue la organización en la ciudad de los campeonatos locales de peñas, en los que participaban equipos con nombres tan peculiares como Bohemios, Satélite, Jovenassos o Tranquilos. Con motivo del campeonato de peñas celebrado en Granollers en 1949, la primera competición de balonmano celebrada en España bajo la reglamentación internacional de la modalidad 'a 7', el Mundo Deportivo publicaba un artículo con el siguiente titular: «Granollers señala una efemérides nacional».
Por último, también fue clave para el arraigo del balonmano en Granollers durante los años cincuenta y sesenta, la labor que el BMG llevó a cabo para fomentar la práctica del balonmano entre los jóvenes, tanto chicos como chicas. La organización de campeonatos escolares a partir de 1955, así como la formación de equipos cadetes y juveniles dentro del mismo club, permitió que el BMG siempre pudiera contar con jugadores locales de gran talento. Fue este talento, surgido de la continua labor de promoción del deporte practicado por los dirigentes del club, junto con el orgullo que sentían los jugadores para defender los colores de su pueblo, lo que convirtió el BMG en un equipo casi imbatible durante muchos años.
Descenso a 1ª Nacional y regreso a la cima del balonmano español (1963-1980)
Una decisión difícil de afrontar por parte de los dirigentes del club, así como para jugadores y afición , y que puso en peligro la continuidad de la institución por primera vez desde 1944, fue la renuncia por parte del BMG -debido, naturalmente, los escasos recursos económicos con los que contaba la entidad- a participar en los campeonatos de Liga de las temporadas 1963-64 y 1964-65, justo cuando el equipo se encontraba en la cima del balonmano español, y cuando sólo llevaba tres años de la inauguración del Pabellón Municipal de Deportes, el tercer polideportivo cubierto construido en España tras los de Madrid y Barcelona. No fue hasta que la empresa de jabones Campo se ofreció a financiar el club en 1965 (esta vez de forma oficial y no como un 'mecenas en la sombra'), y la camiseta blanca del Granollers fue estampada con el logotipo de la marca Elena, que el equipo volvió a la División de Honor. Este patrocinio comercial, junto con una exitosa campaña de captación de socios encabezada por el exjugador Juan Barbany, auténtico factótum del balonmano granollerense de la época, permitió al BMG volver a ser el club de balonmano más importante del país durante otra década, en la que el equipo vallesano obtuvo seis campeonatos más de División de Honor, así como dos campeonatos de Copa, y que culminó con la consecución de la Recopa de Europa en 1976.
El mandato de Emili Botey dio paso al de Juan A. Piferrer (1969-1972), el presidente que hizo los primeros pasos hacia la profesionalización del club, como los sonados fichajes del portero barcelonés Perramon y del lateral vasco Labaca, jugadores con los que el equipo logró dos Ligas durante el mandato de Piferrer, así como el primer doblete en la historia del BMG en conseguir la Copa del Generalísimo en 1970. En 1972 se convirtió en presidente Josep A. Cabrera, fundador del club y uno de sus primeros jugadores , quien sobresalió como relaciones públicas y promotor de la tarea social del deporte. Durante el corto mandato de Cabrera, el BMG conquistó su última Liga en 1974, año en el que se obtiene un segundo doblete ganando también la Copa del Generalísimo. Cabrera fue sustituido por Francisco Ventura (1974-1980), con quien el BMG, dirigido por el entrenador Joaquín Crespo Quini , consiguió la Recopa de Europa de 1976, el primer título europeo de balonmano logrado por un equipo español hasta entonces.
Fin del mecenazgo de Camp y surgimiento de la ASOBAL (1980-1992)
La década de los ochenta comenzó con mal pie para el BMG, que muchos dieron por muerto cuando, por esta época, la empresa Campo dejarlo financiar. La falta de recursos económicos por parte del club dificulta mucho la tarea de encontrar un sustituto para Francisco Ventura, quien renunció a la presidencia del BMG en 1980. Joaquim Raga tomó finalmente las riendas de la entidad, logrando salvarla en el último momento de la desaparición por falta de representación federativa. La situación económica de la entidad, pero seguía siendo delicada, y no se vislumbraba una solución definitiva para su futura financiación. El amateurismo ya era cosa del pasado, y los únicos equipos que podían ahora afrontar la competición de alto nivel con suficientes garantías de éxito eran los que vivían bajo el cobijo de los grandes clubes de fútbol (FC Barcelona y Atlético de Madrid), o aquellos que representaban a capitales de provincia o ciudades importantes, los cuales contaban con el apoyo de administraciones locales con grandes presupuestos, y con muchas más facilidades a la hora de encontrar patrocinadores importantes que un club de pueblo como el BMG.
Jaume Rodríguez, importante empresario del ramo de la alimentación, accedió a la presidencia del BMG en 1982, y permaneció en el cargo hasta el 1992. Durante su mandato el club consiguió 3 títulos - las ligas catalanas de las temporadas 1985-86, 1988-89 y 1989-90. Rodríguez ha sido además una figura capital no solo en la historia del club vallesano, sino también en la del balonmano estatal, ya que en 1984 se convirtió en miembro fundador y primer presidente de la ASOBAL (Asociación de clubes de balonmano de España).
Convencido de la necesidad de profesionalizar el balonmano de élite, el nuevo presidente intentó dirigir el club como si fuera una empresa, lo que le llevó a tomar decisiones que causaron cierta polémica entre a los románticos del deporte, como la de cambiar los colores históricos del BMG, el azul y el blanco, por los colores amarillo y chocolate del patrocinador de la época, la marca Cacaolat; o la de contratar, por primera vez en la historia del club, un entrenador, Emilio Alonso, que no provenía de las categorías inferiores de la entidad. Rodríguez, quien también había dedicado grandes esfuerzos en la promoción del deporte de base, convencido de la importancia para poder mantener un club modesto en primera línea, terminó su mandato conociendo el lado amargo del profesionalismo cuando a los jugadores Fort, Masip y Marín, las tres perlas más preciadas de la base del BMG, fueron contratados por clubes ricos como el BM Alzira Avidesa, el FC Barcelona y el Atlético de Madrid respectivamente. Rodríguez, también, en esta cuestión supo defender a los intereses del Club.
Los felices años postolímpicos (1992-1996)
Los Juegos Olímpicos del año 1992, en que Granollers albergó las eliminatorias de balonmano en el recién inaugurado Palau d’Esports, hicieron reavivar el interés por el balonmano en la ciudad que un día le había hecho de cuna. Entre los deportistas granollerenses invitados a pasear la antorcha olímpica por las calles de la capital vallesana, destacaban dos mitos del balonmano local: Alejandro Viaña y Jordi Núñez. Al frente del BMG se puso un nuevo presidente, Joan Mundet, de la mano del que el club volvió a disfrutar de una pequeña etapa dorada , inaugurada en 1994, año de su 50º aniversario, con la consecución de la IV Copa Asobal.
El progresivo desmantelamiento del Telón de Acero durante la década de los noventa permitió que el BMG pudiera contratar durante estos años estrellas de la talla de Tiumensev, Atavin o Kissiliev, quien, junto con jugadores de la cantera como Viaña, Viver o Núñez, y el mando de Manolo Montoya, entrenador que se había hecho cargo del equipo en 1992, alcanzaron los que, hasta el día de hoy (si no contamos la Liga Catalana 1996 y la Liga de los Pirineos de 2008), son los últimos dos títulos conseguidos por el equipo de Granollers , las copas EHF de las temporadas 1994-95 y 1995-96.
Nacimiento de la Fundación BM. Granollers (1996-2000)
El BMG afrontó el final del siglo XX con un nuevo presidente al frente, Ramon Font (1996-2000). La dura crisis económica sufrida en España durante los años noventa había provocado que clubes de balonmano históricos como Helados Alacant (antiguo Calpisa) perdieran sus patrocinadores comerciales, y tuvieran que recurrir a las administraciones locales para sobrevivir. Otros clubes con menos solera como el Avidez Alzira (antiguo Caja Valencia), los cuales habían accedido a la élite desde la nada en pocos años gracias a grandes patrocinios, acabaron desapareciendo sin dejar rastro durante este periodo de recesión económica.
La manera de encarar esta crisis de patrocinio por parte del BMG, en cambio, fue ejemplar. Por una parte, el presidente Font, con la ayuda de cincuenta mecenas que contribuyeron con 100.000 pesetas cada uno, fomentó la creación en 1999 de la Fundación Balonmano Granollers con la intención de promocionar aún más el deporte de base, lo que había sido la esencia del club desde su nacimiento. Por otra parte, la creación de la Granollers Cup 1998 -que desde entonces se ha convertido en uno de los torneos internacionales de balonmano más prestigiosos de Europa- permitió al BMG comenzó a generar unos ingresos fundamentales a la hora de redondear sus presupuestos, así como, a pesar de no tener una participación demasiado frecuente ni exitosa en competiciones europeas, seguir contando con un gran prestigio internacional dentro del mundo del balonmano.
En este punto, es oportuno destacar un fenómeno, la llamada 'burbuja inmobiliaria', que afectó la economía española en general y, de rebote, la economía de los clubes de balonmano en particular durante los años del giro de milenio. El auge de empresas relacionadas con el negocio inmobiliario y de la construcción, así como las grandes plusvalías obtenidas con la recalificación de suelo público por algunas administraciones locales y regionales (a partir, sobre todo, de la 'Ley de Liberalización del Suelo' de 1998), hizo rebrotar la economía española tras la dura crisis de los noventa, y esto permitió que equipos como la SDC San Antonio de Pamplona y el C.B. Ciudad Real tuvieran acceso a grandes patrocinadores (la empresa de cementos Portland en el primer caso y las administraciones local y autonómica en el segundo). Estos patrocinios provenientes del mal llamado negocio del ladrillo hicieron posible que algunos clubes, a pesar de no contar con ninguna tradición en la élite del balonmano español, pudieran armar grandes equipos y convertirse, en muy poco tiempo, en dominadores del Asobal.
El BMG, que no representaba ningún capital de provincia ni ciudad importante, sino una modesta capital de comarca de 60.000 habitantes, no resultaba un reclamo publicitario suficientemente atractivo para los grandes patrocinadores, y no se vio tan beneficiado como otros clubes por este boom económico de principios de milenio. A pesar del intento de mantenerse en la primera plana deportiva apelante, sobre todo, a la contribución de su gran cantera, el BMG, durante estos años de abundancia para algunos de sus competidores, se vio abocado en ocasiones a estirar más el brazo que la manga para seguir el paso, sin que estos excesos económicos contribuyeran a la larga, a mejorar el devenir del club. Por ejemplo, la mejor aportación a la causa del BMG por parte de la leyenda del balonmano sueco Ljubomir Vranjes, fichado por vallesanos 1999, fue liderar el equipo durante los play-offs de descenso de la temporada 1999-00 ante el Garbel Zaragoza. Este deambular por el umbral del descenso era una circunstancia insólita para una institución como el BMG, que había luchado históricamente para ocupar los puestos de privilegio dentro de la División de Honor del balonmano español.
Nuevo milenio, viejos problemas (2000-2011)
Juan M ª Pérez Ortiz tomó el relevo de Ramon Font a la presidencia del BMG en 2000, y dirigió el club durante la primera década del nuevo milenio. Jugadores destinados a ser estrellas del deporte, como Cristian Malmagro o Joan Cañellas, emergieron de la cantera durante esta etapa, pero ambos terminaron siendo fichados por muy poderosos económicamente Portland San Antonio y CB Ciudad Real respectivamente.
En 2009, Pérez Ortiz renuncia al cargo de presidente del BMG, dejándolo en manos del hasta entonces vicepresidente económico José Luis Caña. La situación económica en España vuelve a ser crítica debido al estallido de la burbuja inmobiliaria, que acaba suponiendo el hundimiento del negocio del ladrillo y, con él, el de los clubes que han dependido. Sin poder encontrar fuentes de financiación alternativas, Portland San Antonio y BM Ciudad Real desaparecen por no poder afrontar sus deudas. Otros clubes españoles, a pesar de no depender directamente de empresas o administraciones afectadas por el gran descenso del negocio inmobiliario, se ven igualmente inmersos en una crisis económica que, por contagio, termina afectando la mayoría de sectores empresariales del país.
A pesar de la etapa de recesión económica, Caña decide dar un paso al frente y su junta, esperando que la crisis sea pasajera, decide atacarla con nuevas inversiones de futuro, como la contratación del prestigioso técnico Manolo Cadenas. Pero la buena voluntad de los nuevos dirigentes, dado las dificultades para encontrar patrocinio en tiempos de vacas flacas, no logra parar la espiral descendente en la que se encuentra inmersa la economía del club, el cual incluso se ve obligado a suspender durante unos meses los pagos a sus trabajadores. Una nueva junta encabezada por el exalcalde de Granollers, Josep Pujadas, configurada por una mayoría de expertos en economía y dirección empresarial, accede a la dirección del BMG en diciembre del 2011, cuando la deuda acumulada de la entidad alcanza casi al millón y medio de euros. Enseguida se accede a la Ley Concursal para afrontar el pago de los créditos, consiguiendo dividir la liquidación de la deuda en diez años, lo que aporta cierto optimismo en relación con la viabilidad de la institución.
No decae nuestro ánimo... (2011- )
A estas alturas, ya avalan a la nueva junta de Pujadas algunos resultados positivos obtenidos por su gestión económica del club, así como su labor en el área estrictamente deportiva. Conseguir remontar un concurso de acreedores no es, según los expertos, una tarea fácil, como tampoco lo es el sensacional papel que el equipo, de la mano del entrenador local Toni García, está haciendo este año en todas las competiciones. Pero estos tiempos que vivimos, en el que el futuro de toda entidad deportiva parece residir en la economía y los triunfos conseguidos, a menudo nos hacen olvidar la verdadera razón o esencia de las cosas. Si el balonmano ha logrado durante 70 años en Granollers, no ha sido solo por la contribución económica de grandes patrocinadores, ni gracias al número de éxitos conseguidos por el primer equipo. Naturalmente, sin el patrocinio de empresas con Campo o Fraikin, el BMG no habría llegado a ser, como lo es hoy en día, el club de balonmano decano de la División de Honor; como también hemos de admitir que la leyenda de esta vieja institución vallesana se alimenta de muchos triunfos importantes, sin los cuales tampoco habría sido posible su longevidad. Pero el cementerio del balonmano español está lleno de clubes que un día fueron grandes, clubes que consiguieron victorias sonadas y que contaron con patrocinadores muy solventes...
La razón principal por la que el BMG ha sobrevivido cuando otros han traspasado es la capacidad que esta institución ha tenido a lo largo de los años para acomodar y participar en su ámbito social. La continua labor del club para difundir los valores del deporte, así como para facilitar plataformas y medios que fomenten la práctica deportiva entre sus conciudadanos -desde los campeonatos de peñas de los años cuarenta y cincuenta hasta la moderna Granollers Cup-, ha supuesto que la mayoría de aficionados granollerenses al balonmano no sean meros espectadores de este deporte, sino que también son o han sido practicantes.
Mario Duran, periodista a la sazón de El Mundo Deportivo, ya definió Granollers en los años cuarenta como "la Meca del balonmano español”, una definición que sigue siendo válida hoy en día si tenemos en cuenta el gran número de practicantes y aficionados al balonmano con que todavía cuenta esta ciudad. Ojalá el BMG remonte pronto esta crisis económica rampante en que se ha visto inmerso en los últimos años, y sea posible en el futuro mantener el nivel de excelencia de los equipos que alberga esta venerable institución, tal y como ha venido sucediendo desde su fundación en 1944.